Ojos Grandes | Big Eyes: una de las más grandes farsas en la Historia del Arte

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California, Estados Unidos; Walter Keane era considerado uno de las más grandes artistas que gozaba de fama a inicios de los años 60 en dicho país, todo esto debido a los cuadros que mostraba retratando niñas y niños, mujeres e inclusive animales, con la única característica de que todos estos tenían los ojos de enorme tamaño tristes y casi sollozando, mismo que causaba interés por parte de las personas que admiraban al increíble artista.


Pese a que el estilo de Keane no era del agrado por parte de los críticos en su mayoría, ya que para ellos esto les parecía demasiado cursi y de mal gusto “Kitsch”, básicamente lo consideraban infantil. Sin embargo, tomo demasiada popularidad en el momento a tal grado que surgieron muchos imitadores tratando de replicar su estilo, razón por la cual su fama aumento y su fortuna.


Siempre de la mano de su esposa Margaret, la cual vivía con él en su residencia en California, se codeaba con las más grandes estrellas en la industria de Hollywood en aquella época, tales como Kim Novak, Joan Crawford, Natalie Wood, Jerry Lewis, hasta el mismísimo Andy Warhol elogió su trabajo como pintor, argumentando que: “Si era tan exitoso ante los demás, no podía ser tan malo”, como los críticos argumentaban sobre dichas obras.


Margaret Keane, "Niña con gatos en la oscuridad", 1962.

 

 

La gran mentira sobre los Ojos Grandes | Big Eyes

La inspiración para hacer estas hermosas creaciones provenía de la devastación de los niños pobres que vio en Berlín, Alemania después la Segunda Guerra Mundial a finales de los años 40, cuando vivía en Europa estudiando para convertirse en un gran pintor. Ante los demás, esto era lo que Walter siempre mencionaba sobre el trasfondo de sus obras.


Un día nocturno en San Francisco, se exhibían y vendía las pinturas en el club “The Hungry”, donde se encontraba acompañándolo su esposa Margaret, hasta que en una esquina del lugar se le acerco una persona a preguntarle a ella si también hacia pinturas, dejando la inquietud en Margaret pues la verdad es que era ella la autora de las obras que se atribuía su esposo Walter.


Al llegar a su residencia, con furia y enojo, confrontó a su esposo y recriminándole por que se estaba haciendo pasar por el creador de las pinturas, pero Walter se justificaba diciendo que necesitaban mucho el dinero y sobre todo que ya era demasiado tarde, porque ante los ojos de los demás y el mundo, él era el creador y autor de las obras, puesto que estaban firmado por el apellido Keane. Discutiendo toda la noche, llego un punto en el que Margaret decidió participar en la mentira, con el único miedo del ser abandonada por Walter pensando que les podía pasar algo a ella y a su hija algo que la dejo entre la espada y la pared.


Walter y Margaret Keane, 1961, Bel Air.


 

La frustración y opresión de Margaret al pintar

Siguiendo con la farsa de la autoría de las pinturas de los niños de ojos grandes, Walter seguía vendiendo y ganando mucho más dinero, con lo que pudieron comprar una nueva casa con que contaba con todas las comunidades, así como también una piscina, ya que las obras se vendían a decenas de miles de dólares.


Mientras Walter se la pasaba mal gastando el dinero proveniente de lo que vendían en mujeres y alcohol, Margaret se la pasaba encerrada en su estudio hasta más de 16 horas al día estando pintando los cuadros, mismos que reflejaban la opresión que sentía en aquella época de su vida.


Luego de 10 largos años de matrimonio, Margaret decide separarse y pedir el divorcio a Walter en el año de 1965. Mudándose a Hawaii para alejarse de todo lo que le hacia daño, donde terminó contrayendo nupcias de nuevo con un comentarista deportivo y convertirse en testigo de Jehová.


Margaret Keane, "Tres arlequines", 1962.


 

Margaret decide finalmente enfrentar a Walter

Por el año de 1970 el auge de los ojos grandes ya había terminado y estaba pasado de moda, al mismo tiempo que Margaret ya no quiere seguir cargando con la mentira de la autoría de las pinturas y decide contaría toda la verdad cuando le preguntaran a un periodista de una agencia.


Cuando esto salió a la luz pública, su exmarido Walter declara que todo lo que decía Margaret era porque pensaba que él había fallecido y que quería atribuirse la autoría de las obras, tachándola de ser una mujer infiel y mentirosa compulsiva.


Esto lleno de furia a Margaret a tal grado de retarlo a pintar en público, para que se demostrara quien era realmente el autor de las pinturas, rechazando obviamente esto, decide llevar a juicio a Walter por difamación, donde el juez les pidió a ambos que hicieran en la sala de los tribunales alguna de las obras. Donde con tan solo 53 minutos a un niño con los enormes ojos, mientras que por el otro lado Walter se negaba, pues alardeaba que tenía lastimado el hombro.


Con la prueba más que evidente, el juez le termina concediendo a Margaret la razón y decide que Walter le pague como indemnización la cantidad de 4 millones de dólares, mismos que nunca llego a pagar, pues su alcoholismo y el despilfarre de su fortuna que logro con las pinturas de Margaret.


Margaret Keane at home in Napa, California. Photograph: Robert Gumpert for the Guardian.

 
Sin duda una maravillosa historia de valentía, que nos da la lección para los artistas nuevos acerca de tener cuidado con las personas que se acreditan las obras de los demás aprovechándose de ellos, con la única finalidad del bien propio, por ello deben registrar todos sus trabajos originales para que evitemos este tipo de situaciones, que al final termino con un final favorable para Margaret.

También puedes ver la cinta autobiográfica de Margaret, dirigida por el gran Tim Burton lanzada en el año 2014, con interpretaciones de Amy Adams y Christoph Waltz, como la pareja Keane, maravillosa e increíble adaptación de esta historia que sin duda nos da una gran lección.


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